Capítulo 8.

Amanda Turner

Y a partir de ese comentario que Niall había hecho, todos empezaron a meterse con Louis y yo reía mientras caminaba hasta el instituto.

Vamos, eres el único que se ha fijado en lo de las pecas.-escribió Zayn.

Admítelo, te ha gustado Amy, aunque fuera un poquito.-Ahora Harry. Eh, chicos, sigo aquí.

Dejadme en paz. Nunca podría fijarme en una niña de cuanto, ¿quince años? –Louis.

Tengo diecisiete.-repliqué.

Es igual. Comparada conmigo siempre serás una cría.-Debo admitir que aquello me fastidió. ¿Qué narices le había hecho yo para que fuera siempre tan borde conmigo?

Vale, ya, chicos.-dijo Liam, poniendo orden.

Lo siento chicos pero la cría se tiene que ir a clase.-escribí.

Que te sea leve.-dijo Niall.

¡Hasta luego! –puso Zayn.

Adiós, Amy.-se despidieron todos menos Louis.

Silencié el grupo y contesté a Eli explicándole brevemente lo del castigo. Entré en el instituto aun con el teléfono en las manos y recordé que no había podido preguntarle a Gin qué le había sucedido el sábado.

Gin, ¿por qué desapareciste así el sábado por la noche? Ni siquiera pudimos despedirnos. xx

Empezaba a caminar por el pasillo de mi clase cuando recibí otro mensaje.

Aun no me has contestado qué tal te fue con la resaca ayer. ¿Nos veremos hoy en el gimnasio aunque estés castigada? xx

Iba a contestar a Harry cuando alguien me quitó el móvil de las manos.

- ¿Tan temprano y ya estás enganchada al móvil? –Nick.

- ¿Algún problema? –pregunté divertida. Él negó con la cabeza.- Entonces, devuélvemelo.-pedí.

- De eso nada. ¿Con quién hablabas? ¿Tu novio? –dijo pulsando la tecla de desbloqueo.- Mm…Harry, ¿es guapo? –preguntó poniendo voz de chica. Reí.

- Trae, idiota.-dije arrebatándole el móvil.- Y es solo un amigo.

- Ya, ya.-hizo un movimiento con las cejas.- Bueno, si no es tu novio entonces, ¿te apetece venir esta tarde a casa y estudiamos juntos?

- Vamos a cursos distintos, querido Nick. No podemos estudiar juntos.-dije riendo.

- Sí que podemos, querida Amy. Pero como veo que no quieres, pues nada…-dijo fingiendo que estaba triste y empezó a andar hacia su clase. Le impedí continuar, agarrándole del brazo.

- ¿A las seis y media está bien?

- ¿Por qué no antes?

- Voy al gimnasio, ya sabes, hay que estar en forma.-dije dando una palmada en mi muslo, él rió.

- De acuerdo, te espero a las seis y media.-besó mi mejilla antes de irse a su clase.

Entré en mi aula y fui al sitio que había ocupado durante la semana pasada. Antes de que el profesor entrara, contesté a Harry y silencié el móvil.

Ginger Bennet

Un pequeño silbido indicándome que había recibido un whatsapp fue el que hizo de despertador aquel lunes. Me incorporé para alcanzar el teléfono que estaba en la mesilla derecha, como siempre. Lo desbloqueé y leí el mensaje.

Gin, ¿por qué desapareciste así el sábado por la noche? Ni siquiera pudimos despedirnos. xx

¿Y ahora qué la contesto? Sabía lo que no tenía que escribir: que me fui de allí porque no soporté verla tan cerca de Harry. Resoplé y pensé durante unos segundos. Ya lo tenía.

Lo siento, era ya muy tarde y si no corría no llegaba a la hora acordada a casa. xx

Esperaba que aquella tonta excusa colara y no hiciera más preguntas. Volví a tumbarme, dejándome caer sobre la cama cuando me di cuenta de la hora que era. Miré el reloj de la pared que había en la habitación y lo confirmó: eran más de las nueve. Ya me había perdido la primera clase de la mañana. Bien, Gin, muy bien.

Me levanté corriendo de la cama y abrí el armario. Cogí los primeros vaqueros que vi y una camiseta de manga larga. Me puse unas vans y me metí al baño a lavarme la cara y peinarme. Bajé a la cocina y no había nadie, tan solo una nota escrita en un post-it amarillo, pegada a la nevera.

Cielo, nos han llamado del hospital. Tus abuelos han tenido un pequeño accidente de coche esta mañana temprano. No te preocupes, están bien afortunadamente pero tienen que quedarse aquí en observación, ya sabes, por si acaso. Cuando vuelvas de clase, ven para acá. Un beso. Mamá.

Resoplé y decidí llamar a mi madre. Ya había perdido dos horas de clase entre unas cosas y otras, y sabiendo que mis abuelos estaban en el hospital, prefería ir a estar con ellos. Después de muchas negativas por su parte, al final, logré convencerla. Desayuné rápidamente, cambié la mochila por un pequeño bolso para llevar lo esencial y salí de casa. Casi media hora después, llegué a la puerta del hospital. Me dirigí a la recepción donde di el nombre de mis abuelos.

- ¿Joseph y Katherine Bennet? –La enfermera tecleó un par de cosas antes de contestarme.

- Habitación 519. Quinta planta.-respondió.

- Gracias.-sonreí y fui hasta los ascensores.

Veronica Reed

Tenía toda esa semana de vacaciones en la universidad. Bueno, en realidad no eran vacaciones. Era la semana que nos dejaban sin clase para estudiar los exámenes que se avecinaban en la primera semana de mayo. Por suerte, la mayoría de mis asignaturas se evaluaban por trabajos que habíamos ido entregando durante el curso así que, solo tenía que estudiar para un examen. Por eso había decidido hacer el viaje. Por eso y porque echaba demasiado de menos a mi mejor amigo. Salí de madrugada, a eso de las cinco y algo de la mañana de la Universidad de Kent con mi coche y sobre las siete de la mañana estaba entrando en la preciosa ciudad de Londres. Saqué un papel del bolso donde llevaba apuntada la nueva dirección de mi amigo y empecé a conducir por las calles londinenses hasta que, en un despiste mío, choqué con otro coche. Gracias al cinturón de seguridad no salí disparada por el cristal delantero. Me sentí ligeramente mareada y unos minutos después escuché el sonido que producían las sirenas de una ambulancia. Sentí que me preguntaban cosas y me sacaban del coche pero no podía articular ni una palabra. Me metieron en una de las dos ambulancias y me tumbaron en la camilla. Poco a poco, fui recuperándome y quise incorporarme aunque la doctora que había junto a mí no me lo permitió. Cuando llegamos al hospital, yo ya estaba bastante bien. El mareo había sido debido a la conmoción del golpe y, a simple vista, parecía que no había sufrido ningún daño. Me tuvieron unas horas en observación y haciéndome algunas pruebas. Después de asegurarse de que no tenía nada, me dieron el alta.

- ¿Y las personas con las que he chocado? ¿Están bien? –pregunté preocupada a la enfermera que me había traído los papeles con el alta médica.

- Son dos personas mayores, creo que las han subido a la planta cinco, están en observación aún.-me respondió.

En realidad mis planes para aquel día eran otros pero pensé que debía subir a ver cómo se encontraban, al fin y al cabo, la culpa del choque había sido mía. Subí a la planta que me había indicado, aunque no sabía la habitación. Genial, chachi. Salí del ascensor buscando a alguien a quien preguntarle por la información que necesitaba, cuando topé con alguien.

- Lo siento, iba distraída.

- Yo también, no miraba por donde iba, perdón.-me contestó la chica con la que había chocado. Pelirroja, de mediana estatura, más o menos de mi edad.

- No importa.-sonreí.- Oye, por casualidad no sabrás en que habitación estarán unos señores mayores que han tenido un accidente esta mañana.-pregunté.

- Están en la 519, son mis abuelos.-explicó aquella chica. Qué casualidad.-

- Oh, dios.-dije tapándome la boca con la mano.- Dime por favor que están bien y no tienen nada grave.-ahora mismo estaba avergonzada, la verdad.-

- Tranquila, tranquila.-dijo ella agarrándome de un brazo y sonriendo.- Están bien. Siguen en observación porque ya sabes, son mayores y quieren estar seguros antes de mandarlos a casa.-respiré hondo.

- Menos mal.-dije.- ¿Te importa si paso a verlos? Me gustaría disculparme por provocar el accidente.

- Claro, ven conmigo.-dijo amablemente y me condujo hasta la habitación 519. Llamó a la puerta y ambas entramos. Los dos sonrieron al ver a su nieta.- Abuela, abuelo ella es…-me miró y rió.- Un momento, no me has dicho tu nombre.

- Soy Veronica, puedes llamarme Ronnie.-

- Encantada, yo soy Gin.-sonrió.

- Solo quería pedirles disculpas por el accidente, ha sido culpa mía, iba despistada y no he frenado a tiempo.-me disculpé.

- No te preocupes, por suerte estamos bien.-dijo el hombre.

- Sí, no hay que lamentarse por ningún daño.-Esta vez habló la mujer.

- ¿Seguro que se encuentran bien? –volví a preguntar y ambos asintieron.

Me quedé unos minutos más hablando con los abuelos de Gin y ella. Miré el reloj, era ya casi la hora de comer, se me hacía tarde. Salí de la habitación acompañada por Gin después de despedirme y preguntar por quinta vez si los dos se encontraban bien.

- Espero que os vayáis pronto a casa.-le dije.

- Sí, supongo que quizás después de comer les den el alta.

- Encantada de conocerte, me voy que aún tengo que encontrar una calle.-dije despidiéndome.

- ¿Qué calle? Si quieres puedo ayudarte, conozco Londres como la palma de mi mano.-se ofreció.

- No quiero molestarte.

- Que va, mujer. Espérame un minuto, voy a avisarlos.

Amanda Turner

Fui directamente a casa nada más salir de clase.

- Eh, tortuguita, no cierres.-gritó mi hermano antes de cerrar la puerta. Venía casi corriendo.- Gracias.-sonrió y besé su mejilla.

- ¿Qué tal ha ido el día? –se encogió de hombros.

- Como siempre, ¿tú?

- Igual.-contesté y reímos. Entramos en casa y me puse a comprobar si mis padres habían llegado. Al parecer, aún teníamos unos minutos.- Creo que deberíamos devolver los teléfonos al cajón de papá.-dije.- como no los vea cuando vuelva, el castigo aumentará.

- Tienes razón.-Y eso hicimos.

- Por cierto, Dani, tengo que pedirte un favor.-resopló.- Esta tarde después del gimnasio he quedado con Nick, voy a estudiar a su casa.

- Y quieres que si preguntan diga que estás en la biblioteca, ¿verdad?

- ¡Pero que hermano tan listo tengo! –dije abrazándole y él rió. Justo en ese momento, escuchamos la puerta: debían ser mis padres.

Comimos tranquilamente, sin mucha charla. Ayudé a mi madre a recoger la cocina y después subí a mi habitación. Tenía media hora antes de irme a hacer un poco de ejercicio así que encendí el ordenador para ponerme algo de música y después me tumbé un rato en la cama a descansar. Me vestí con unas mayas negras hasta la rodilla porque ya no hacía tanto frío y una camiseta deportiva rosa de manga corta. Me até las zapatillas negras y saqué la bolsa de deporte de la parte superior del armario. Metí unos vaqueros, una camiseta y una sudadera además de un par de converse y la ropa interior. Preparé los libros necesarios en la mochila que llevaba a clase, el estuche, algunos folios en blanco y el monedero. Me recogí el pelo en una coleta alta y bajé para salir.

- ¿Vas a salir? –preguntó mi padre desde el sofá.

- Me he apuntado al gimnasio.-expliqué.- Y después iré a la biblioteca.

- Está bien.-contestó. Iba a salir cuando recordé que el móvil seguía en su poder aunque él no era consciente de que ya se lo habíamos robado por la mañana.-

- Papá.

- ¿Mm?

- Voy a estar casi toda la tarde fuera y…necesitaría el móvil, ya sabes, por si me pasa algo.-dije. Él me miró y le recibí con mi mejor cara de inocente. Sin decir nada se levantó del sofá y subió las escaleras. Unos segundos más tarde, ya tenía mi móvil de nuevo en mis manos.- Hasta luego.-me despedí y salí de allí.

Me dirigí hasta el gimnasio, enseñé el carnet que me habían dado en la recepción y me dejaron pasar. Entré en el vestuario de chicas donde dejé mis cosas en la taquilla que tenía asignada. Me guardé la llave en un pequeño bolsillo interior que tenían las mallas y fui a la sala de máquinas. Hoy me apetecía hacer algo de bicicleta. Me puse música y empecé a pedalear. Unos veinte minutos después, empecé a oír voces detrás de mí, así que me quité uno de los auriculares para escuchar mejor, sí, puede que fuera una cotilla.

- Mira Edward, nuestra cría favorita está allí.-Esa voz me sonaba.

- ¡Amy! –me llamaron.

- No seas escandaloso, Javadd.-otra voz conocida. Pero los nombres no me encajaban. Me giré para encontrarme con Harry, Liam y Zayn. Los miré extrañada.

- ¿Chicos? –ya los tenía a mi lado. Me bajé de la máquina y los tres me abrazaron.- ¿Se puede saber quién es el tal Edward y Ja-? ¿Cómo habéis dicho? –los tres empezaron a reírse.

- Es una chorrada nuestra.-explicó Liam.

- Nos llamamos por nuestro segundo nombre cuando estamos en el gimnasio.-dijo Zayn. Eso era raro.

- Yo soy Edward.-dijo Harry.- James.-señaló a Liam.- Y Javadd.-señaló a Zayn.

- Ah, entiendo.-Mentira. No entendía nada pero bueno.-

- ¿Cuál es el tuyo? –me preguntó Zayn.

- No tengo.

- ¡Oh, no! ¡Qué tragedia tan gorda! –exageró Harry. Le miré con la ceja alzada y rió.-

- Tenemos que buscarte uno.-anunció Liam.

- ¡Ya lo tengo! –exclamó Zayn.- En vez de Amy, aquí dentro te llamaremos Mandy que también viene de Amanda.-

Todos nos echamos a reír pero al final me quedé con que me llamarían Mandy cuando estuviéramos en el gimnasio. Estos chicos estaban como una cabra, a cada cuál peor y eso que Liam parecía el más serio. Estuve allí una hora más, entre los tres me enseñaron un poco más a fondo las instalaciones.

- ¿Entonces no te vienes con nosotros a tomar algo? –dijo Harry. Negué.

- He quedado para estudiar.-contesté.

- Ya, ya, estudiar. Seguro que te vas por ahí con el novio.-dijo Zayn dándome un pequeño codazo.

- No tengo novio.-dije devolviéndole el golpe.- Voy a estudiar con un amigo.

- A mí no me engañas, Mandy.-volvió a decir.

- Deja en paz a la chica, hombre.-me defendió Liam y le saqué la lengua.

- Tengo que irme que llego tarde.-dije.- Hasta mañana.-me despedí de los tres con un beso en la mejilla.

- Que se te dé bien el estudio.-dijo Liam.

- Pero no estudiéis anatomía, eh.-habló Zayn, guiñándome un ojo.

- Eso, eso, las manitas quietas.-le apoyó Harry y entré en el vestuario femenino riendo.

¡Hola chicas! ¿Qué os ha parecido? Ya tenemos otro personaje más. ¿Quién creéis que será el mejor amigo de Ronnie? ¡Se admiten apuestas! ¿Y con Nick y Amy? ¿Pasará algo en la tarde de estudio? ¿Os gustaría tener Namy? Bueno, no me enrollo más, espero subir prontito. Muchísimas gracias.

Love,

Sarai.